'·|prosema
Ni una cuchilla puede aliviar esto.
Estoy seguro de que tras la muerte seguirá doliendo igual. La he perdido, y ya no va a volver. La he perdido por tratarla como a una perra.
No puedo dejar de pensar en sus pies pequeños, en su sonrisa, en el acento de su voz cuando contaba algo.
Hoy la he vuelto a ver, y he terminado arrodillado en el suelo llorando tras a mi cama, maldiciendo cada minuto que no estuve con ella, las veces que no la cuide. Me odio por darme la vuelta en la cama, en lugar de dormir frente a ella, para tener el olor de su aliento siempre en la cara.
No me olvido de su piel, de sus pechos suaves, como mi conciencia cada vez que comienza a alejarse este dolor que me oprime en el pecho.
Debí hacerla feliz, ella se lo merecía,
y por fin, lo ha conseguido.
y ahora, tras la muerte, seguirá doliendo igual.
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