El sí de las montunas
Que vengas a mi corriendo
con la lengua trabada de piedras y cuchillas
como la primera vez que quisimos,
y me llegues
y me hables
y me cuentes...
ahora,
las extrañas historias de tus primas,
las mismas que se bañaban juntitas
en aquellos calderos de agua tibia
que llenaban de los pozos las montunas.
Que vengas a mi corriendo
a nombrarme tesoros de difunta,
pañuelos bordados,
sabanas santas
y candelabros.
Que me digas con esos ojos de parto
que los ajuares...
... y antes que sigas,
y me nombres a tu madre y la mia,
déjame al menos,
contar mi versión de los hechos.
Que el olor a hembra herida
es lo que me mantiene en vilo,
que lo mismo me da tangas o mudas
siempre que cuelguen de tendederos de saliva.
Que para coños peludos la parra,
ecológica y antigua como ninguna.
Que para baúles los que llenamos
con babas de caracol preñado.
Y tus primas,
cuando algún día se quieran ruborizar
y encender sus pómulos
con algo más que pellizcos,
que suban al monte
y nos vean así,
sucios como animales sin dueño
bebiendo del mismo pesebre,
y que llamen antes con sus cencerros
para que puedas recibirlas como es debido,
toda vestida de blanco,
toda cubierta de hormigas de ala.
con la lengua trabada de piedras y cuchillas
como la primera vez que quisimos,
y me llegues
y me hables
y me cuentes...
ahora,
las extrañas historias de tus primas,
las mismas que se bañaban juntitas
en aquellos calderos de agua tibia
que llenaban de los pozos las montunas.
Que vengas a mi corriendo
a nombrarme tesoros de difunta,
pañuelos bordados,
sabanas santas
y candelabros.
Que me digas con esos ojos de parto
que los ajuares...
... y antes que sigas,
y me nombres a tu madre y la mia,
déjame al menos,
contar mi versión de los hechos.
Que el olor a hembra herida
es lo que me mantiene en vilo,
que lo mismo me da tangas o mudas
siempre que cuelguen de tendederos de saliva.
Que para coños peludos la parra,
ecológica y antigua como ninguna.
Que para baúles los que llenamos
con babas de caracol preñado.
Y tus primas,
cuando algún día se quieran ruborizar
y encender sus pómulos
con algo más que pellizcos,
que suban al monte
y nos vean así,
sucios como animales sin dueño
bebiendo del mismo pesebre,
y que llamen antes con sus cencerros
para que puedas recibirlas como es debido,
toda vestida de blanco,
toda cubierta de hormigas de ala.
3 comentarios:
chapó!!
Enorme.
Ole, ese es mi chico...¡¡¡¡¡
Bienvenido, te echaba de menos, muchismo...
Que no falten poemitas como este.El mejor...
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